Este abrigo es, para algunos, un auténtico trofeo que exibir; para otros es la prueba de la valía económica o de la extravagancia de la que se puede hacer uso. Para otros, estas pieles han significado la pérdida de lo más valioso que cualquier ser vivo pueda tener, la vida. Este abrigo representa la diferencia entre especies dominantes y dominadas.
¿Qué pensaríamos si empezasen a vender abrigos de pieles humanas? Casi con toda certeza, la sociedad, escandalizada no la aceptaría y mucho menos compraría estos productos. Entonces ¿porqué permitimos que sí hagan esto con los animales? Con todos los recursos de los que disponemos, es más que evidente que esto no se hace por necesidad.
Por necesidad uno caza para poder comer, pero no mata para vestirse. Como siempre hacemos, ante esto miramos para otro lado y si no somos partícipes de esto porque no los compramos, si animamos a aquellos que lo hacen admirando sus vestimentas y permitiendo que esto siga pasando sin hacer nada por cambiarlo.
No se trata solo de abrigos, también hay quienes matan a ciertos animales para obtener sus colmillos y tenerlos de recuerdo en el salón. Además hay quien usa a los animales para hacer espectáculos y no cuida de su bienestar. En las carreras de caballos, el que gana es el caballo, pues el es quien corre más rápido, pero ¿quién se lleva el premio? El humano como siempre. La filosofía debería ser aquella de “vive y deja vivir”